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    Mononucleosis: qué es la enfermedad del beso

    Hablamos sobre la mononucleosis, la popularmente conocida como “enfermedad del beso”, una infección causada por el virus de Epstein-Barr que no puede prevenirse, pues “no existe ninguna vacuna disponible para su prevención”, señala Francisco Javier Fernández, del servicio de Medicina Interna de Povisa, quien también puntualiza que no se puede tener esta enfermedad en más de una ocasión a lo largo de la vida, pues “la infección proporciona inmunidad”.

    El contagio, persona a persona

    La transmisión se produce únicamente de persona a persona. Se contagia tras el contacto íntimo con portadores, con actividades como por ejemplo un beso, al compartir cubiertos o al beber de un mismo vaso. El virus puede permanecer en la saliva tras una infección durante aproximadamente 6 meses. 

    Hasta los adultos jóvenes

    Niños, adolescentes y adultos jóvenes son el grupo poblacional al que afecta en mayor medida, pues son personas que no han tenido contacto con el virus. Se estima que prácticamente todos los adultos han estado en contacto con el virus, aunque no en todos los casos se desarrollan los síntomas de la enfermedad.

    Los síntomas, entre 4 y 8 semanas después del contagio

    Los síntomas más frecuentes, que suelen aparecer entre 4 y 8 semanas después del contagio, son fiebre, dolor faríngeo, adenopatías (agrandamiento de ganglios linfáticos) en el cuello y cansancio. 

    Cómo tratar la mononuclesosis

    El tratamiento es puramente sintomático. Se debe aliviar el dolor con paracetamol y se recomienda reposo relativo. Se debe evitar el ejercicio físico enérgico y deportes de contacto durante 3-4 semanas. Generalmente los síntomas se resuelven en 1-2 semanas, aunque algunas veces el cansancio se mantiene durante meses. No se deben administrar antibióticos. Una vez transcurrida la infección, no existe ninguna restricción para la reincorporación a su actividad laboral.

    Las complicaciones que provoca          

    Aproximadamente, la mitad de los pacientes desarrollan aumento del tamaño del bazo, y en 1-2/1000 personas puede ocurrir la rotura espontánea del mismo. Algunas personas pueden desarrollar un exantema cutáneo (erupción de la piel), habitualmente tras la toma de antibióticos. Más raramente pueden desarrollar distintos síndromes neurológicos u otras manifestaciones, como hepatitis aguda.

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