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    Día Mundial del Alzheimer: cuáles son sus síntomas y cómo se diagnostica y se trata

    Con motivo del Día Mundial del Alzheimer hablamos con el equipo de Neurología de Povisa para conocer cómo se diagnostica este tipo de demencia y cuáles son síntomas.


    La demencia es un síndrome que supone un deterioro progresivo de la capacidad cognitiva, es decir, que afecta de manera directa a la memoria, a la capacidad de aprendizaje o al lenguaje. Afecta, también, al comportamiento de la persona, aunque la conciencia no se vea afectada, y su consecuencia es la progresiva discapacidad y dependencia de la persona que lo sufre de terceras personas.

    El Alzheimer es la forma más común de demencia, pero hay más tipos de demencia como pueden ser la demencia vascular, la enfermedad por cuerpos de Lewy difusos, la demencia frontotemporal (y otras más). 

    Cuáles son los síntomas del Alzheimer

    Los síntomas de la enfermedad de Alzheimer se agrupan en diversas esferas:

    • Afectación de la memoria: pérdida de memoria para los hechos recientes que interfieren en la vida social, laboral, o en sus actividades cotidianas. El paciente ni aprende ni recuerda. Esto provoca que, desde ese momento, y de manera continua, no acude a citas, confabula, se pierde en nuevos entornos…
    • Desorientación temporal y espacial.
    • Afectación del lenguaje: anomia, alteraciones en la estructura del lenguaje, confundir palabra del mismo campo semántico o con escritura muy similar (cama, sábana/ capa, cala).
    • Afectación de la capacidad para manipular objetos: dificultad para vestirse, problemas con el aseo para manejar los cubiertos…
    • Afectación para reconocer: Alteraciones de la conducta y del comportamiento. En la etapa final, el paciente es completamente dependiente de terceras personas para las actividades básicas de la vida diaria, teniendo problemas para la deambulación, crisis epilépticas, etc.
    Estos síntomas pueden presentarse en diferentes combinaciones. De hecho, ahora  ya se habla de formas de enfermedad de Alzheimer (formas no amnésicas y formas amnésicas). 

    Cómo se diagnostica

    El diagnóstico descansa sobre dos piedras angulares. Por un lado, una historia clínica correcta. Para ello, se necesita un informador fiable. Muchas veces los familiares, sin querer, exageran los síntomas dificultando el diagnóstico de la enfermedad.  Les puede más el miedo que la exactitud. Y por otro lado, los test neuropsicológicos: Son el segundo pilar fundamental, una batería de preguntas sobre diversas esferas del conocimiento que nos brindan información de la situación cognitiva del paciente.
    Las pruebas de imagen son para descartar otras enfermedades que pueden causar demencia.  Las pruebas de imagen funcional (SPECT PET) se deben reservar para situaciones diagnósticas específicas y no deben usarse de manera rutinaria.
    Mitos de las pruebas diagnósticas:

    • Electroencefalograma: no es útil para el diagnóstico de Alzheimer, se usa para descartar otras causas de demencia.
    • Estudios genéticos:  Las recomendaciones de la Sociedad Española de Neurología publicadas en el 2009, señalan que no se deben realizar para el screnning de la enfermedad. Solo se deben hacer los estudios genéticos en pacientes con una historia de herencia autosómica dominante y en centros expertos y siguiendo la normativa vigente.

    Cómo se trata el Alzheimer

    Se trata de una enfermedad para la que no existe, a día de hoy, ningún tratamiento. Sin embargo, sí es posible tratar determinados aspectos asociados a la enfermedad, como las alteraciones de la conducta y del comportamiento, o reforzar la memoria con terapias ocupacionales que ayudan a mejorar la calidad de vida del paciente y del entorno.  

    La vida sana ayuda a mejorar la mente

    Hay dos conceptos fundamentales hoy en día: la reserva cerebral y la reserva cognitiva.
    La reserva cerebral es cuidar las neuronas, que no se mueran más de las que deben. Para ello debemos alejar los factores de riesgo vascular: la tensión elevada, el azúcar elevado, el colesterol, los triglicéridos, el tabaco, la vida sedentaria; todos ellos son enemigos del cerebro.
    Pero además, las neuronas hay que estimularlas. Para ello, lo mejor es la vida mental activa. Hacer ejercicios mentales, puzles, acertijos, pasatiempos, viajes, leer, repasar lo que hecho en el día… La televisión y el sillón son los mayores enemigos  del cerebro.

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