Noticia publicada por el Diario de Ferrol
Cada vez más estudios demuestran que el ejercicio supervisado por fisioterapeutas mejora la calidad de vida, reduce la fatiga y fortalece el cuerpo y la mente de los pacientes que están en tratamiento oncológico.
Hasta hace algunos años, a estos pacientes se les recomendaba reposo absoluto durante sus tratamientos, pero se ha demostrado que el ejercicio terapéutico, especialmente cuando está supervisado por profesionales, no solo es seguro, sino que ofrece múltiples beneficios físicos, emocionales y funcionales.
“El ejercicio se ha consolidado como una herramienta terapéutica basada en la evidencia, que forma parte fundamental del enfoque integral en oncología”, explica Julia Muíños Marcos, coordinadora del servicio de fisioterapia del hospital Ribera Juan Cardona, que cuenta con crear programas específicos de rehabilitación para complementar los tratamientos oncológicos.
Julia, ¿qué tipo de ejercicios se les propone a los pacientes oncológicos que tratáis?
Se basa en un modelo planificado, estructurado, supervisado y adaptado de actividad física, que tiene como objetivo prevenir o tratar los efectos secundarios del cáncer y sus tratamientos, mejorar la capacidad funcional, mantener la calidad de vida y facilitar la recuperación física y emocional del paciente. Los fisioterapeutas ajustan cada sesión para optimizar beneficios y minimizar riesgos.
¿Cuáles son las ventajas que aporta hacer ejercicio físico cuando se está en tratamiento oncológico?
En los últimos años, diversos estudios científicos han confirmado que el ejercicio tiene múltiples beneficios en este tipo de pacientes. Entre los más destacados se encuentra la reducción de la fatiga relacionada con el cáncer, que es uno de los efectos secundarios más comunes y debilitantes. Además, contribuye a aumentar la movilidad articular y la fuerza muscular, que son elementos claves para recuperar la independencia física tras meses de tratamiento, proporcionando de esta manera una mejora en la calidad de vida y del bienestar psicológico.
Mencionas el bienestar psicológico, ¿este tipo de actividad también impacta en la salud mental de los pacientes?
Así es. El ejercicio tiene un potente efecto antidepresivo y ansiolítico. Muchos pacientes experimentan un incremento en su autoestima, lo que les ayuda a sobrellevar mejor el impacto emocional del diagnóstico.
¿Cómo se prepara el plan de ejercicios para los pacientes?
Proponemos programas de ejercicio adaptados considerando el tipo de cáncer, el tipo de tratamiento, el estado físico del paciente y si tiene otras patologías. Idealmente, se ha de iniciar lo antes posible, siempre bajo la supervisión de un fisioterapeuta que supervise y ajuste los ejercicios, y se asegure de que se realizan con seguridad.
Se suelen combinar ejercicios aeróbicos y ejercicios de fuerza ya que dan mejores resultados para la fatiga y capacidad funcional. El ejercicio acuático puede ser útil para quienes tienen dolor, molestias articulares o movilidad limitada. Para cáncer de pulmón, por ejemplo, es interesante hacer ejercicios respiratorios.
En función de cómo evoluciona el paciente, de los efectos secundarios de los tratamientos, su fatiga y respuesta física se irán ajustando tanto la intensidad y frecuencia, como el tipo de ejercicio.
¿Todos los pacientes son aptos para realizar esta propuesta de ejercicio terapéutico?
En principio sí, porque desde el primer momento se elabora un plan ajustado a la situación de cada paciente. La evidencia científica es clara: el ejercicio terapéutico no es una intervención auxiliar o secundaria, sino que contribuye de forma directa a mejorar la calidad de vida de estos pacientes por lo que se deberían crear programas de rehabilitación con ejercicio como parte integral de los planes de tratamiento oncológico, no como algo opcional.